Científicos del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos han descubierto que los perros son la herrramienta más eficaz para luchar contra la peste agrícola

Los agricultores pueden haber encontrado un inesperado aliado para luchar contra el temible huanglongbing, también conocido como «dragón amarillo», una peste agrícola que está causando estragos en los cítricos de buena parte del mundo. Los científicos del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) de Estados Unidos han descubierto que los perros entrenados son la herrramienta más eficaz para detectarlo, antes incluso de que la enfermedad empiece a manifestarse, según un estudio que han publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences».

El dragón amarillo tiene su origen en una bacteria asiática que se hospeda en limoneros, naranjos y mandarinos. Deforma y amarga los cítricos, para después destrozar sus semillas. Por último, mata el árbol. En solo diez años, su llegada a Florida (Estados Unidos) ha provocado una disminución de más del 70 por ciento en la producción de naranjas. En España, preocupa su desembarco. Los agricultores valencianos han llegado a asegurar que si logra asentarse en el país, la citricultura «desaparecería en sólo unos años». Un reciente estudio cifró en 2.500 millones anuales lo que podría perder la Unión Europea si se extendiera por nuestro territorio.

Actualmente, la única opción para luchar contra esta peste es eliminar los árboles con la enfermedad lo más rápido posible e intentar frenar su propagación. No tiene tratamiento. Por ello, la detección temprana del patógeno es crucial, pese a que todo está en contra de los citricultores: los árboles pueden infectarse y propagar la enfermedad durante meses o años antes de mostrar síntomas visibles.

Ahora, el epidemiólogo del ARS Timothy R. Gottwald ha descubierto que los perros pueden ser entrenados para detectar la presencia de «Candidatus Liberibacter asiaticus», la bacteria que causa el greening de los cítricos, con una precisión superior al 99 por ciento, asegura.

«Descubrimos que, una vez entrenados, estos perros pudieron identificar los árboles infectados dentro de las dos semanas posteriores a la inoculación de los árboles», dijo Gottwald. Fueron capaces de distinguir la bacteria responsable del greening y otros patógenos bacterianos, virales y fúngicos.

Durante las pruebas, los perros entrenados tuvieron un total de 4 a 15 falsos negativos y falsos positivos de 950 a 1.000 árboles por perro. Ocasionalmente, los perros alertaron sobre árboles que estaban libres de la bacteria, pero que se plantaron en el mismo lugar donde había estado previamente un árbol inoculado.

Para contextualizar estos datos, el estudio de PNAS explica que el único método aprobado actualmente por el departamento de Agricultura de los Estados Unidos para confirmar la presencia del patógeno del greening es un ensayo basado en el ADN, la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Este test detectó menos del 3 por ciento de las infecciones en los árboles a los 2 meses de su inoculación, 16 de 30 árboles inoculados a los 16 meses y 20 de 30 en 17 meses.

Perros europeos

Hasta ahora, el programa de Gottwald ha entrenado a 19 perros obtenidos de criadores europeos por sus cualidades, y se han desplegado durante 9 meses en California y el norte de Florida. El entrenamiento que han recibido es similar al de los perros que olfatean explosivos: se les enseña a reconocer un olor particular y a sentarse frente a la fuente, algo por lo que después obtienen una recompensa. Sin embargo, el entrenamiento es algo más complejo que con los explosivos, ya que son entrenados para detectar una bacteria que está infectando una planta, y son olores que no pueden separarse.

«Cuando realizamos los modelos epidemiológicos, descubrimos que la detección canina combinada con la extracción de árboles infectados permitiría a la industria de los cítricos mantenerse económicamente durante un período de 10 años, en comparación con el uso de ensayos moleculares o inspección visual combinada con la extracción de árboles, que no pudo suprimir propagación de la infección», explica Gottwald.

Fuente: https://www.abc.es/

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